Siempre sentado en el suelo, descalzo pero muy abrigado, portando únicamente unas pocas pertenencias y herramientas de trabajo, rodeado de pequeñas láminas y astillas de madera, realizando verdaderas obras de arte. Así es su día a día.
Él no sabe mucho castellano, y nos
costó entendernos. Aunque podíamos habernos ido, quisimos saber más
sobre él, le habíamos visto muchas veces en Bilbao, en ese pequeño
trozo de acera en Gran Vía en el que siempre se sienta, y sabíamos
que traería muchas historias interesantes consigo.
Parecía muy reservado, pero nos
sorprendió con su simpatía y amabilidad, accediendo encantado a
conversar con nosotras. Pensamos una alternativa entre los tres para
poder comunicarnos, y llegamos a la conclusión de que la mejor
opción sería el inglés.
Nos contó que aprendió a tallar madera en su país, Rumanía, y que toda su familia sabe hacer maquetas también.
Pese a que estuvo más de 25 años dedicándose profesionalmente a ello, ahora lo utiliza como reclamo para conseguir un poco de dinero para comer y subsistir. Son su entretenimiento, a lo que dedica la mayor parte de su tiempo, tallando hasta el más mínimo detalle.
Realizar maquetas es su forma de enfrentarse a lo que la vida le depare, aunque en la calle haga frío o calor, llueva o haga sol.
Nos contó que aprendió a tallar madera en su país, Rumanía, y que toda su familia sabe hacer maquetas también.
Pese a que estuvo más de 25 años dedicándose profesionalmente a ello, ahora lo utiliza como reclamo para conseguir un poco de dinero para comer y subsistir. Son su entretenimiento, a lo que dedica la mayor parte de su tiempo, tallando hasta el más mínimo detalle.
Realizar maquetas es su forma de enfrentarse a lo que la vida le depare, aunque en la calle haga frío o calor, llueva o haga sol.
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