Puede que, si
vives en Madrid o sueles visitarlo, y paseas por la plaza Jacinto Benavente, te suene este rostro, pero ojo, no es la escultura en
representación a los barrenderos de los años 60, aunque por su
técnica, perfectamente podría pasar desapercibido.
Al igual que la estatua, él tampoco dijo nada, ni se inmutó, siguió firme y profesional en su trabajo. Y también es de bronce.
Paradójicamente,
a unos días del fin (¡por fin!) de la huelga de basuras que ha
asolado Madrid, nos encontramos con este artista en Sol, cuyo trabajo es sin
duda admirable y necesario, y que despierta las miradas y las expresiones de asombro
de muchos viandantes, y más en estos tiempos convulsos.
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