En este caso, separado de su compañero Sancho y de su fiel Rocinante, aunque armado de su lanza y de un libro que le sucumbió aún más en la locura, se mostró inmóvil ante el ajetreo que asolaba la plaza madrileña aquella mañana, consiguiendo así sustento para su futura marcha a otras tierras.
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Don Quijote
En un lugar de la Mancha... bueno está bien, quizás no. En Plaza del Sol, nos encontramos con aquel hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
En este caso, separado de su compañero Sancho y de su fiel Rocinante, aunque armado de su lanza y de un libro que le sucumbió aún más en la locura, se mostró inmóvil ante el ajetreo que asolaba la plaza madrileña aquella mañana, consiguiendo así sustento para su futura marcha a otras tierras.
En este caso, separado de su compañero Sancho y de su fiel Rocinante, aunque armado de su lanza y de un libro que le sucumbió aún más en la locura, se mostró inmóvil ante el ajetreo que asolaba la plaza madrileña aquella mañana, consiguiendo así sustento para su futura marcha a otras tierras.
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